La crisis que sufre en estos momentos la Universidad de Buenos Aires, no solo es producto de su bajo presupuesto para docentes y personal administrativo, sino también de la poca o casi nula inversión, que se ha realizado en la última década para el mantenimiento y renovación de sus edificios.
Un ejemplo de este conflicto, es el que presenta la facultad de Ciencias Sociales. Donde, en el año 1995, el Consejo Directivo declaró la Emergencia Edilicia, que por cierto, sigue más vigente que nunca. Basta recordar el incendio que se produjo el viernes 3 de junio del 2005 en la cede de Parque Centenario, donde los alumnos tuvieron que abandonar la estructura, en un precario plan de evacuación, sin, al menos, conocer las salidas de emergencia. Esta cede fue abierta por el rectorado de la Universidad en 1997, en una ex fábrica, como una solución parcial para descomprimir la impresionante superpoblación que poseía Marcelo T. de Alvear, el edificio principal de esta Facultad. Exactamente diez años después, uno se encuentra con la misma situación, donde ambas cedes han colapsado. Otra vez, las autoridades de la UBA han encontrado una ex fábrica, en la zona de Constitución, para nuclear a toda la facultad de Ciencias Sociales. Esta salida parcial al conflicto se desmorona rápidamente, ya que según las estadísticas oficiales del último censo realizado en la Universidad, ésta presenta un crecimiento anual en matriculas del 14 %. Frente a esta superpoblación de las aulas, docentes y alumnos piensan que el problema no termina con la nueva instalación.
“Este edificio es una ratonera, es inseguro”, esto es lo que dicen los jóvenes que asisten a clases en la Cede de Parque Centenario, de la Facultad de Ciencias Sociales, cuando se les pregunta por el tema. Otros señalan fallas como: “la falta de confort”, “la exposición a temperaturas extremas; en invierno nos morimos de frío y en verano de calor”, “se hace difícil caminar por los pasillos en las horas de mayor asistencia”. Por el otro lado, Santiago Gándara, destacado docente de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, plantea: “…la problemática de haber tomado ex fabricas (como es el caso de Terrabusi en Constitución) con el fin de utilizarlas para el dictado de clases. Donde tenemos lugares ruidosos, irrespirables, sucios, aulas que no fueron diseñadas con un criterio pedagógico...”. Si hay algo lo que todos concluyen, es en que: “la situación no da para mas”.
Las autoridades parecen no tener en cuenta este relamo, ya que destinan, del presupuesto total, sólo el 7% en el mantenimiento de la infraestructura. El resto es destinado al pago de salarios del personal docente y administrativo. Pero el problema, aquí, es la falta (o el mal uso) de capital: 4.300 millones de pesos frente a la inmensidad de edificios, organismos, centros de investigación y docentes que presenta la Universidad en su conjunto. Un dato a resaltar, es que ambos edificios, tanto el de Parque Centenario como el que se encuentra en Constitución, son producto de reclamos, y paros de actividad, de los profesores y alumnos de la Facultad de Sociales, nunca, fruto de la iniciativa de los organismos burocráticos de la UBA.
Las crisis edilicia de la Universidad poco a poco ha cobrado mayor relevancia, convirtiéndose, en los últimos años, en el tema a tratar de la Agenda Universitaria. Se encuentra a la par de los reclamos por mejoras salariales del claustro docente, debido a que la problemática es evidente: ¿Qué se puede reclamar cuando la propia continuidad de UBA se pone en duda? Es que el Estado en que se encuentran los edificios conspira contra la misma práctica educativa.
El peor debut para el edificio de Sociales (Página 12)
